Año nuevo, vida nueva, pero con propósitos reales

Lo primero, y no por ello más importante, feliz año. Espero que 2021 sea más normalito que 2020. Con un año “peculiar” tenemos suficiente. Por lo menos, yo tengo suficiente para el resto de mi vida. Eso sí, si viene un año peculiar cargado de alegrías, emociones, sorpresas y cosas bonitas, lo recibo con los brazos abiertos, comida y bebida.

Lo segundo, y no por ello menos importante, ¿qué propósitos tenéis para este año? Yo tengo unos cuantos, como todos, pero solo voy a hablar de uno. Solo voy a hablar del primero. Querido lector, mi primer propósito para este año que acaba de empezar es ser feliz. Si he aprendido algo de este 2020 es que no importa el dinero o los viajes, que todos sabemos que es más fácil vivir sin problemas económicos y poder viajar por el mundo a nuestro antojo, sí, pero eso es vivir más fácil, no más feliz. Si este año me ha enseñado algo es que lo único que quiero en esta vida es ser feliz.

Ya está.

Así de simple.

También, me he prometido sonreír más, buscar esos ratitos que hacen que el corazón se me encoja de emoción, ya sea sola o acompañada. He decidido que, palabrita que lo voy a hacer, voy a seguir comiéndome mi trocito de chocolate cuando me apetezca.

Después de tres segundos de reflexión, he decidido que voy a continuar con la costumbre de escribir en mi agenda una frase bonita cada día; es muy gracioso ver tres o cuatro tareas y, debajo, una frase graciosa, bonita, emocionante, reflexiva. Mi agenda es como yo: peculiar.

Por supuesto, voy a escribir un poquito todos los días. Algunos textos los guardaré en ese lugar que solo conozco yo, otros saldrán a la luz por aquí, Instagram o cualquier otro lugar. Puede que, incluso, me anime a enviar alguna carta. Por cierto, si alguien quiere recibir una, solo tiene que pedirla y yo, encantadísima de la vida, la escribo y la envío, que a mí me encanta hacer y recibir regalos bonitos, simples y, aparentemente, insignificantes.

Querido lector, no sería uno de mis textos si no me pongo sentimental. Este año también me prometo llorar cuando lo necesite, prometo buscar ese libro, que he leído tantas veces y que siempre me emociona, cuando necesite desahogarme. Prometo también llamar a mis amigas cuando yo misma haya asumido que estoy tirada en el fango y que necesito un buen consejo o, simplemente, hablar con alguien. Sí, 2020 ha sido una reverenda mierda, pero, ¿y lo estrechos que son ahora los lazos con los nuestros? ¿Por qué nadie habla de eso? Personalmente, estoy mucho más unida a mis amigas que antes y sé el motivo: nada es eterno, nada es para siempre, en un segundo nos pueden quitar nuestra vida, costumbres y manías, pero no nos quitarán a nuestros amigos, a nuestra gente. Yo siempre he sido una persona cariñosa, en ocasiones un poquito empalagosa, y siempre me ha gustado decir “te quiero” y “te he echado de menos”.

Ahora necesito decirlo. Lo necesito. Y, también necesito que, de vez en cuando, alguien me lo diga.

La mayoría de las lágrimas que he derramado este año han sido por los momentos perdidos, por las palabras no dichas. Las personas que me conocen de verdad saben que soy una llorona y una sentimental, pero es que no hay nada más bonito que alguien te diga “te quiero y te he echado de menos” desde el corazón.

Evidentemente, juro una cosa: vivir como si fuera el último día de mi vida. Y aquí, os pido, encarecidamente dos cosas: la primera, todos a buscar la canción de Leiva titulada Como si fueras a morir mañana; la segunda, que cerréis los ojos al escucharla y os preguntéis qué os ha hecho sonreír durante estos primeros días del año. A mí el hecho de acabar 2020 me ha hecho muy feliz, aunque también hay cosas que me han sacado una gran sonrisa. Y…, bueno, se me acaba de ocurrir algo que voy a hacer, al menos, una vez a la semana. ¿El qué? Decir algo que me haya hecho feliz en las últimas veinticuatro o cuarenta y ocho horas.

Querido lector, busca qué es lo que te hace sonreír y ve a por ello.

Hazlo.

Date el capricho de hacerlo.

Feliz año y feliz vida.